lunes, 16 de marzo de 2015


FUGA DE CEREBROS; ¿UN BILLETE DE IDA VUELTA?






De pequeña siempre jugaba a imaginar el futuro, un futuro no lejano en el que pudiese vivir con tranquilidad, trabajar en lo que creyese y poder viajar por todo el mundo. Soñaba con pasar un año en la Antártida, descubrir el Amazonas o vivir en Tanzania… Eran solo sueños.


Como yo, muchos jóvenes españoles crecían imaginando futuros distintos. Futuros llenos de sueños por cumplir.

Nos llaman la generación perdida, pero somos la generación mejor formada de todos los tiempos. Varias licenciaturas, doctorados, masters, ansiábamos comernos el mundo. Pero resulta que el mundo nos comió a nosotros.

Ahora, con suerte, vivimos en casa de nuestros padres, trabajamos con contrato precario y pedimos ayuda a la familia para llegar a fin de mes. Y eso sólo los que tienen suerte. Muchos otros, con gran espíritu de “movilidad exterior” han tenido que emigrar a otros países en busca no ya de un futuro, sino de un presente mejor. 

¿Si los años les permitirán volver a España?……mejor no pensar esa cuestión.

Mejor no pensar, porque mientras la fuga de cerebros sigue ocurriendo, nuestro gobierno no hace nada para ponerle freno. Todo lo contrario; a golpe de decretos y reformas exprés ponen obstáculos a la tan esperada vuelta.

Y claro ejemplo de ello es el artículo del Boletín Oficial del Estado (BOE) del 26 de Diciembre de 2013 del que hemos hablado en los anteriores post. En la disposición adicional al texto refundido de la Ley General de la Seguridad Social, se limita la asistencia sanitaria a aquellos españoles que permanezcan en el extranjero durante más de 90 días y se encuentren en situación de desempleo. 

Otra nueva reforma que aleja aún más la idea del regreso a casa. Porque las cosas en España siguen empeorando.

En materia de Sanidad, primero fueron los inmigrantes irregulares, el copago farmaceutico y los mayores de 26 años sin trabajo. Ahora los españoles emigrados. ¿Quiénes serán los próximos?

Y no sólo las políticas sanitarias se ven afectadas. También sufre la educación, la cultura y los servicios sociales. Esa es la cruda realidad. Reformas y más reformas que nos recortan derechos sociales que pensábamos estaban bien anclados en la Constitución Española.

El gobierno anuncia todas estas reformas por y para la sostenibilidad. Y yo podría llegar a entenderlo si no existieran otras muchas formas de mantener el sistema. Otras formas tales como una reforma fiscal, en la que la evasión de impuestos no sea el pan nuestro de cada día y que aumente la recaudación de las grandes fortunas, y no de otros impuestos que afectan por igual a todos los tipos de ingresos; una reforma de la financiación de los partidos políticos, que sea capaz de acabar con la corrupción con la que desayunamos todas las mañanas; y una reforma de las administraciones públicas que evite las tentaciones de los que tienen el poder. En materia de Sanidad, podríamos apostar por racionalizar el uso de medicamentos y los recursos tecnológicos y orientar nuestra atención en los nuevos problemas emergentes, potenciando la Atención Primaria y el cuidado a crónicos. 



Verdaderamente pienso que una sociedad distinta es posible; eso sí, con las ganas y la fuerza de toda la población. Pienso en España como un país donde la gente pueda y quiera vivir, y del que los ciudadanos se vayan verdaderamente por el “afán aventurero” de conocer nuevos mundos. No sé si, al igual que cuando era pequeña, estoy jugando a soñar, pero como bien decía Calderón, “la vida es sueño”, y aunque los sueños, sueños son, prefiero vivir soñando y luchar por la idea de un mundo mejor. 





R.L.O.


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