Como
podemos ver en el enlace al último vídeo del post anterior, la
restricción de la cobertura del Sistema Nacional de Salud español
que se produjo con la reforma sanitaria del 2012, causó
consternación entre los profesionales sanitarios encargados de la
atención directa de personas “no aseguradas”, y por tanto, sin
derecho a servicios sanitarios. Motivados por la violación que el
RD16/2012 producía sobre declaraciones como la de “los derechos
del paciente de la Asamblea Médica Mundial” y el propio Código de
Deontología Médica, algunas asociaciones, sociedades y ONGs (como
la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria y
Médicos del Mundo), organizaron e impulsaron una
campaña de recogida de firmas para fomentar la objeción de
conciencia del personal sanitario. Más
de 1300 profesionales sanitarios se sumaron a la campaña de recogida
de firmas habiendo transcurrido poco más de un mes de su inicio en
julio de 2012.
La Dra. J.G. nos explica sus motivos: “(firmé
la declaración de objeción de conciencia) por ser coherente con mis
propios principios, los principios deontológicos así como con la
Constitución pues, como bien proclama, nuestro sistema sanitario es
gratuito y universal”. Pero no
solo se unió el personal sanitario sino también el personal no
sanitario de los centros sanitarios. “Cuando vienen al
mostrador (del centro de salud), soy yo quién tiene que decirle
a alguien que no puedo darle cita con el médico, no los políticos;
que vengan ellos a poner su cara aquí, delante de una persona sin
papeles para que le digan que no le das una cita”, relata
J.M.,
sin ocultar su indignación (administrativo de un centro de salud).
Acto seguido, comenta que,
como no pueden constar en el sistema informático, suelen llamar a
los médicos objetores para decirles que tienen a un paciente “no
asegurado” que pide una cita, y les hacen pasar para ser atendidos
por el médico, cuando éste puede. El problema es que no se les
puede prescribir recetas para medicamentos ni solicitar pruebas
complementarias. “Todo se hace, o bien sin constar en el
sistema, o bien por urgencias (aunque no sean urgencias)”,
dice JM. La Dra. J.G.
analiza las consecuencias de estas medidas: “La falta de
control de enfermedades, no sólo infecciosas si no también crónicas
o terminales, no hace más que aumentar el número de visitas de
estos pacientes a urgencias, ya que es el único lugar donde pueden
acudir. De esta forma, se sobrecarga al límite el sistema de
urgencias y aumenta del gasto hospitalario (que recordemos que es el
gran porcentaje del gasto sanitario). Y, por otra parte, disminuimos
el control de enfermedades de interés de salud pública tal como la
tuberculosis, hepatitis o VIH”.
La Objeción de Conciencia es la negativa del médico a someterse, por convicciones éticas, morales o religiosas, a una conducta que se le exige, ya sea jurídicamente, por mandato de la autoridad o por una resolución administrativa, de tal forma que realizarla violenta seriamente su conciencia. Su reconocimiento es imprescindible para garantizar la libertad e independencia del ejercicio ejercicio profesional del médico, no siendo admisible, una objeción de conciencia colectiva o institucional. (Código de Deontología Médica, Art. 32.1 y 32.2. Consejo General de Colegios Oficiales Médicos de España, Julio 2011). Su fundamento se remonta al origen de la práctica médica (como se refleja indirectamente en el Juramento Hipocrático), pero se ha ido desarrollando a lo largo del tiempo hasta la actualidad. En la década de los ochenta del siglo pasado, el Tribunal Constitucional dictaminó varias sentencias en relación a la objeción de conciencia (tanto en ámbito militar como sanitario) que han servido para dar respuesta a las inquietudes que algunas actividades generaban en los profesionales sanitarios. En particular, las actividades relacionadas con el origen de la vida (aborto), final de la vida (eutanasia, medidas paliativas) e investigación médica (células madres, técnicas de reproducción asistida).
¿Pueden
los profesionales médicos acogerse a la objeción de conciencia como
recurso para “desobedecer” el RD16/2012?.
La
objeción de conciencia está recogida en el Código de Deontología Médica
(conjunto de
principios y reglas éticas que han de inspirar y guiar la conducta
profesional del médico). Este código está basado en los
principios de justicia, no maleficencia, autonomía y beneficencia y,
declara que “la profesión médica está al servicio del ser
humano y de la sociedad. Debe respetar la vida humana, la dignidad de
la persona y el cuidado de la salud del individuo y de la comunidad,
atendiendo con la misma diligencia y solicitud, a todos los
pacientes, sin discriminación alguna” (Art. 5). Aporta
a la profesión médica una competencia de vigilancia y denuncia del
sistema sanitario: “Siendo el sistema sanitario el instrumento
principal de la sociedad para la atención y promoción de la salud,
los médicos han de velar para que en él se den los requisitos de
calidad, suficiencia asistencial y mantenimiento de los principios
éticos. Están obligados a denunciar las
deficiencias, en tanto puedan afectar a la correcta atención de los
pacientes” (Art.7.5).
(…)
“-o-bli-ga-dos-a-de-nun-ciar-las-de-fi-cien-cias-del-sis-te-ma-sa-ni-ta-rio-”
(...)
Sebastián
Tornero Patricio
Sebastian:
ResponderEliminar¿Ha cambiado algo tu perspectiva sobre el tema después de pasar unas semanas trabajando para un sistema diferente y con un virus descontrolado de por medio?
Sin quitar mérito ni interés alguno a esta iniciativa, apoyada por distintos colectivos profesionales, cabe preguntarse si no ha sido una medida poco efectiva (quizá algo más efectista), que tranquiliza conciencias colectivas.
Y que permite al profesional individual ponerse a cubierto de sus propios "demonios" o purgar una parte de sus "culpas"
Si tan unánime era/es la voluntad de muchas partes en oponerse a estas medidas, ¿por qué el resultado ha sido mínimo?
¿Habéis oído algún atronador vocerío defendiendo el derecho de los declarados no beneficiarios?
¿Alguna sociedad profesional ha hecho algo más que un par de comunicados indignados por el tema?
Todos colaboramos, de alguna manera y en diferente grado, a que siga creciendo la exclusión¡
Sebastian:
ResponderEliminar¿Ha cambiado algo tu perspectiva sobre el tema después de pasar unas semanas trabajando para un sistema diferente y con un virus descontrolado de por medio?
Sin quitar mérito ni interés alguno a esta iniciativa, apoyada por distintos colectivos profesionales, cabe preguntarse si no ha sido una medida poco efectiva (quizá algo más efectista), que tranquiliza conciencias colectivas.
Y que permite al profesional individual ponerse a cubierto de sus propios "demonios" o purgar una parte de sus "culpas"
Si tan unánime era/es la voluntad de muchas partes en oponerse a estas medidas, ¿por qué el resultado ha sido mínimo?
¿Habéis oído algún atronador vocerío defendiendo el derecho de los declarados no beneficiarios?
¿Alguna sociedad profesional ha hecho algo más que un par de comunicados indignados por el tema?
Todos colaboramos, de alguna manera y en diferente grado, a que siga creciendo la exclusión¡